Dialectic and reasoned foundation, origin of the work
Sin duda toda civilización, cultura o pueblo deja huella impresa en el tiempo a tenor del éxito obtenido en su desarrollo. Logra una marcada imagen pública dada por la repercusión que genera la correcta o errónea toma de decisiones, resultado de las capacidades y habilidades que en su momento demuestran o demostraron sus líderes, así como de su agudeza a la hora de rodearse de los más idóneos y aptos individuos para llevar a cabo la gestión encomendada en la organización de su estado. Toda multitud encuadrada dentro de un territorio necesita una estructura de gobierno, unos representantes con la aptitud y la firmeza para estructurar dicha agrupación no ya solo para guiarles con éxito a su objetivo, sino para preservar sus tradiciones y demarcaciones. El pueblo en confianza se subyuga a ellos dando por hecho el carácter sincero, honesto y transparente con el que llevarán a cabo su labor. Pero la historia ha demostrado lo frágil e inestable que resulta la responsabilidad del ser humano a la hora de respetar dichos valores, y esto no es algo subjetivo, se ha podido comprobar en multitud de ocasiones y con numerosos ejemplos a lo largo de su bagaje. Tanto en el caso de aquellos que aspiran a elevarse a los más altos puestos, como una vez ya establecidos en el cargo, mienten, engañan, vapulean una y otra vez utilizando a sus ciudadanos para intereses particulares que nada tienen que ver con el logro del bien común al que en su momento se comprometieron. Una y otra vez los pueblos se rebelan, se levantan en armas y castigan, expulsan o aniquilan a sus líderes sin que ello suponga muestra de una lección aprendida para futuros candidatos. Por desgracia los más altos mandatarios, sus hechos y sus consecuencias son la proyección que se da del conjunto de todos sus ciudadanos cara al exterior para bien y para mal y en su caso el precio que habrán de pagar por ello. Los gobernantes piden esfuerzo infinito y en algunos casos sobre explotan y machacan a la población sin aleccionar con su ejemplo. Por el contrario, no hacen más que proveerse de eslóganes envueltos en mentiras encubiertas y en caso alguno siquiera se molestan a disfrazar a fin de enriquecerse a su costa. Aún hoy por hoy el pueblo no es el que dispone ni el que domina, pues aún persiste esa “casposidad” difícil de eliminar de una casta sin escrúpulos dispuesta a gobernar para el beneficio de una muy pequeña minoría de la que no se excluyen. Pero la venda del engaño en muchas ocasiones impide al pueblo evaluar y valorar a quienes muestran un gran nivel de sinceridad, claridad y honestidad.
"Gritos mudos de grafitis estampados sobre paredes y murales de las vías públicas claman por la decencia y la honestidad de sus líderes"
“Mural Graffiti son un conglomerado de obras que incluyen una clara e intencionada misiva. Son fechas directas de índole principalmente reivindicativas que no ocultan su intencionalidad, hacer público mensaje de protesta en aquellos lugares en los que resulta más visible, la calle. Bien sea sobre un muro, pared, madera o metal, son inapelables demandas dirigidas a los dirigentes y gobernantes”