Fondement dialectique et raisonné, origine de l'œuvre
Enormes terrones de azúcar apostados sobre la solidificada capa de nata de un vaso de leche, es un increíble malabarismo que supone algo más que un enorme reto en constante lucha por lograr que éstos permanezcan a flote. Todas y cada una de las colosales estructuras que el hombre ha creado durante el corto periodo de tiempo de su existencia, en el momento en el que éste desapareciere, apenas le restaría algún milenio para que sus numerosos vestigios se esfumaran del manto terrestre. Fenómenos meteorológicos, geológicos, cosmológicos o por mero desgaste y agotamiento de los componentes que se utilizaron en su construcción, serían los motivos principales que darían lugar a su desaparición. Las antiguos restos arqueológicos de civilizaciones pretéritas que aún permanecen en pié, hacen gala de su presencia debido al constante empeño que realiza el hombre por mantener firme su memoria mediante su restauración. La solidez con la que supuestamente se ha elevado la altura de nuestros rascacielos siempre quedará en entredicho debido a la levedad con la que se sostienen sus pilares. Torres tan altas afincadas sobre placas tectónicas que a pleno antojo ondean sobre la corteza terrestre son un juguete de caro empeño.
"Hemos edificado grandiosos castillos de arena cuyas partículas al antojo de la intemperie se esparcen y disgregan en desgobierno. Si no lo son las causas naturales, suelen ser las ocasionadas de manera traumática por el mismo ser humano las que hacen que torres tan altas hayan caído".
“Quietud y flema” es parte del título de una serie secuencial de obras que son una pretendida apuesta por romper con el global de la obra de éste autor, en su conjunto dinámica, incesante y de una agitación extrema, tal y como no podía ser de otra manera tratándose de un fiel reflejo del imperante modo de vida en el que se desenvuelve. Un remanso de paz en el que parece reconciliarse con el resto de la humanidad.