Dialéctica y fundamento razonado origen de la obra
Bajo esa libertad muy "sui géneris" que se adjudican algunos gobernantes en el ejercicio sus funciones, se conceden la licencia de tutelar o administrar los bienes públicos al modo más conveniente y oportuno para obtener provecho propio y con esa disposición a antojo, atesorar en corto periodo de tiempo un nada deleznable y abultado patrimonio. A estos mandatarios elegidos únicamente de manera transitoria y que habrían de gobernar por mayoría electa en sufragio popular, tan sólo se les otorga la tarea de llevar a cabo las gestiones, procedimientos y acuerdos necesarios para los cuales fueron escogidos a tenor de cumplir las directrices que promulgaron en sus campañas electorales y nunca para cambiar las normas básicas que pretendan adaptar el sistema de gobierno a particular conveniencia. Pero una vez superado el escollo de la mentira electoral se apresuran a orquestar toda una trama de reparto de competencias para colocar y acaparar bajo control las instituciones a fin de hacer y deshacer a placer cuanto en cada momento interese, amoldando lo que venga en gana a su caprichosa particularidad. Se revientan los acuerdos mayoritarios, se pacta si fuere necesario con quien haga falta para arrasar con los organismos competentes que consolidan los estamentos democráticos y todo ello siempre a escondidas y por la puerta de atrás buscando y rebuscando la sucia trampa que les permita alcanzar sus objetivos, que en algunos casos pasan por la claudicación ante grupos minoritarios que apenas disponen de representación parlamentaria pero que se hacen fuertes en los momentos en los que el gobierno necesita aprobar por consenso partidas presupuestarias y demás obstáculos sin que oposición y ciudadanos puedan impedirlo. No por ello caen en el remordimiento de conciencia, pues ningunean al pueblo acallando las voces discordantes que tienen serias dudas acerca de los procedimientos con los que se dilapidan sus impuestos, así como sus vidas. Obviamente quien maneja la ley también idea la trampa. Los poderes políticos siempre han deseado hacerse con el poder judicial, siempre han tenido la tentativa de obtener mayor poder y un control casi total, seria duda ésta que lleva a pensar a si en realidad lo que se pretende es alcanzar el absolutismo. Comprar ideológicamente o ubicar en la justicia a personas afines a sus convicciones y propósitos es algo a lo que no se puede tildar precisamente de independencia judicial, práctica nunca comprensible dentro de algo que se intenta definir como una separación de poderes. Todo comienza por el engaño de repartirse el pastel. Personajillos nacidos de la voz y en defensa de las necesidades del pueblo que una vez apartados de la plebe se desmarcan de sus principios éticos y morales.
"Ahora que las voces mudas de la propaganda política que tanto despotricaron en vallas y muros de nuestras calles durante el tiempo de campaña electoral ensordecen, nos damos cuenta que tan desorbitado gasto sólo responde al útil ejercicio que los partidos políticos hacen para mentir a los ciudadanos en busca de su apoyo. Los eslóganes que reclamaron tanta igualdad, justicia, orden y claridad son pura estrategia de marketing para tomar fraudulentamente y de prestado la voz del pueblo para un uso falsamente indiscriminado sin que ello para nada responda a la voluntad de los electores. Aprenden a manejar la mentira, a realizar promesas de arreglo y enmiendas, que con gran frivolidad y poco que les importa... saben y tienen claro no van a poder conseguir."
“Los valores bajo los que se sustenta nuestra sociedad nacen del materialismo puro. El pragmatismo y los intereses materiales son la única y fundamental ambición en torno a lo cual todo gira. Las imperfecciones en el comportamiento y las pautas del ser humano son la consecuencia extrema de asociar hedonismo y materialismo y esto es lo que analiza ésta serie de obras.”